El fanstasma cibernético y la
post-identidad
Texto comentado en cursiva
<<En lo referente a la palabra
“fantasma” que uso en este apartado, sería conveniente resaltar que por
fantasma me estoy refiriendo al modelo de espectro cuasi-corpóreo que la
literatura y la superstición que los siglos anteriores nos ha legado.
Ciertamente aunque un fantasma es un espectro, ambas palabras tienen
etimologías distintas en su origen. La palabra fantasma remite al vocablo “fántasma”
en griego, y “spectrum” en latín. Su significado es propiamente la referencia,
es decir, una aparición o visión. En su origen el significado remitía a las
imágenes o ensoñaciones que el intelecto o espíritu se representaba en su
interior. Más tardíamente se usó para referirse a la parte no-física del cuerpo
que queda cuando el alma no accede ni a un “cielo”, ni a un “infierno”. Es el
cuerpo convertido es su antitético, en puro espíritu enérgico. Es la conciencia
y la memoria de un sujeto corpóreo que ha dejado la carne para convertirse en
“espectro” de luz y energía. O al menos es así como lo explica la tradición. Si
tomamos como base no menos fiable el hecho de que la mente y el cuerpo en su
eterna devención por el mundo crean, sienten, perciben u oyen sensaciones,
momentos, aullidos y demás afectos, podríamos afirmar que cada una de estas
pequeñas ensoñaciones en el devenir vital del cuerpo humano pueden ser
considerados durante un corto o largo estado de tiempo como conformadores del
espectro cualitativo de cada uno. Es decir, el espectro humano es lo que lo
“califica” como idéntico y original a sí mismo y distinto de cualquier otro. Es
lo que nos define y diferencia del resto de seres y espíritus. Claro está, el
espectro de un espíritu, que no de un cuerpo, es solamente una pequeña parte de
su Identidad, que a su vez no permanece sino que crece, no en vertical ni en
horizontal, ni de lado a lado, sino de manera inmanente>>.
Los espectros del cuerpo humano se almacenan como
distintas formas del ontos humano en
su memoria interna y en la externa de quien permanece en contacto con la forma y superforma del cuerpo y la mente de este último.[1] Estos
espectros permanecen bajo memoria en la mente de quien rindió cuenta de ellos
ante los demás y la realidad. Es la parte transcendental de la identidad lo que
se almacena en forma de espectro de tiempo y no de espacio en un dispositivo
hardware de lectura y escritura.
<<La identidad es el Todo que define
al espíritu, la continua acumulación de espectros. Pero los espectros sólo se
definen en función del tiempo. Es la condición temporal la que define los
distintos espectros de identidad que van surgiendo. Como si de espectro de luz
se tratase, cada sujeto individual tenemos diferentes modos cómo presentarnos
en el mundo y la realidad>>.
El cuerpo mejorado y des-humanizado proyecta la imagen-espectro bajo la forma fantasmagórica de la mecánica
conjuntiva y biosoldable. Los nuevos resortes y sellos de silicio se funden con
la carne natural y denigrante para conformar
la xenoforma del humano cibernetizado. Su imagen es la del cuerpo anómalo y su
ser es el del fantasma.
<<El avance sobre la técnica permite
al cyborg o androide presentarse como humano o cuasi-humano. Su principal
diferencia es la negación orgánica de su origen. El principio cibernético es
mecánico y no orgánico. Esto es lo que lo distingue de un humano. No obstante
su condición humana se presenta en forma de espíritu, entendiendo por esta la
cantidad de información, datos y conciencia dispuestos de determinado modo en
que permite el discernimiento y las capacidades propias de cualquier humano. El
cyborg no es una máquina, pero tampoco es un humano, es el “médium” que
trasciende ambos estados de ser. Es la fusión entre dos entidades dualizantes y
distintas que encuentran su comunión en una evolución anómala de la humanidad.
Este sería el caso del cyborg más avanzado desprovisto de todo rastro orgánico.
Otra forma sería la que adopta la máquina en fusión con la carne creciente y sintiente.
Esta forma es la más extraña de todas al conformarse como una xenoforma extraña
y alienante. El cyborg se convierte en este momento en el “otro” extraño e
inusual que de manera casual era retratado en el arte como un ser de formas
extrañas y diferentes. Ahora se ve convertido en un ser con capacidad social y
adaptativa al mudo “político” que le dio origen. Por fuera, tal vez
indistinguible, se muestra como común y familiar ante el mundo que le envuelve.
Sólo la divergencia de texturas sobre su superficie deventiva y cyborgizante
exponen su condición anómala que permanece oculta bajo carne sintética y metal.
Su condición familiar nos viene dada por el trato humano con que establece los
enlaces dialecticos con otros seres y otras realidades. El espíritu que le
viene insertado en su memoria puede bien ser una copia de otro o, más probable,
el espíritu de algún sujeto que haya querido dejar su condición humana para
acceder a otro tipo de afectos y realidad. No obstante, su espíritu, al mismo
tiempo que conciencia y conocimiento, también es recuerdo. El espíritu de un
cuerpo cibernético no es más que el fantasma de un cuerpo pasado y de una forma
de sentir que permanecen en un tiempo pretérito en unas condiciones pretéritas.
El espíritu propiamente cibernético no se dará lugar hasta que lo desarrolle
conforme a los patrones de sensación y experimentación que le aportan el nuevo
cuerpo. Esto situaría al espíritu cibernético en una condición fantástica
(fantasma) originaria, sólo sería un fantasma del pasado irrumpiendo en un
cuerpo moderno>>.
El ser imaginado
y fantástico es el que habla en el espacio meca-vital de un nuevo ser
fantástico. Su fantasía es la del uno destruido y reconvertido en un cuerpo múltiplo y cambiante de aspectos
sintéticos y ruidos fobocientes[2]. Y la
figura fantasma no es más que el pasado eidético y unífico que representó su
identidad y personalidad. Fantasma como espectro pasado del ser y el tiempo
orgánico bajo una plataforma de vatínica y
mecanorgánica[3].
<<Un ser imaginativo y de condición
fantasmagórica no es más que la continua devención de su “ser” en tanto que cuerpo
e identidad que a cada paso sienten y aprenden, configurando tanto el plexo
orgánico cono el mental de un modo u otro distintos. El cyborg tiene su
condición fantástica en el modo como viene “construido” y se “construye” ante
el mundo. La antigua unidad del cuerpo
como un ser en el que recoge en sí mismo un alma (espíritu?) y una mente bajo
una superficie bio-sólida, se ve desgravada ante la nueva naturaleza del cuerpo
cibernetizado y dualizado por la técnica xenótica y la orgánica natural[4].
Dependiendo de las condiciones a las que esté expuesto tanto su espíritu como
su cuerpo se verán modificados estructurando sus plexos de puntos y superficies,
adquiriendo tanto una identidad como un espíritu dstintos a cada momento. Es su
continua devención y multiplicación de superficies o territorios lo que define
su condición>>.
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