jueves, 6 de septiembre de 2012

El fantasma cibernético y la post-identidad


El fanstasma cibernético y la post-identidad



Texto comentado en cursiva

Todos los cuerpos tienen fantasmas, espectros cualitativos y temporales que formaron la identidad de un cuerpo humano durante un pequeño período de tiempo, hasta que el cambio inoportuno o deliberado borraron la cualidad estática del ser idéntico e inalterable.

<<En lo referente a la palabra “fantasma” que uso en este apartado, sería conveniente resaltar que por fantasma me estoy refiriendo al modelo de espectro cuasi-corpóreo que la literatura y la superstición que los siglos anteriores nos ha legado. Ciertamente aunque un fantasma es un espectro, ambas palabras tienen etimologías distintas en su origen. La palabra fantasma remite al vocablo “fántasma” en griego, y “spectrum” en latín. Su significado es propiamente la referencia, es decir, una aparición o visión. En su origen el significado remitía a las imágenes o ensoñaciones que el intelecto o espíritu se representaba en su interior. Más tardíamente se usó para referirse a la parte no-física del cuerpo que queda cuando el alma no accede ni a un “cielo”, ni a un “infierno”. Es el cuerpo convertido es su antitético, en puro espíritu enérgico. Es la conciencia y la memoria de un sujeto corpóreo que ha dejado la carne para convertirse en “espectro” de luz y energía. O al menos es así como lo explica la tradición. Si tomamos como base no menos fiable el hecho de que la mente y el cuerpo en su eterna devención por el mundo crean, sienten, perciben u oyen sensaciones, momentos, aullidos y demás afectos, podríamos afirmar que cada una de estas pequeñas ensoñaciones en el devenir vital del cuerpo humano pueden ser considerados durante un corto o largo estado de tiempo como conformadores del espectro cualitativo de cada uno. Es decir, el espectro humano es lo que lo “califica” como idéntico y original a sí mismo y distinto de cualquier otro. Es lo que nos define y diferencia del resto de seres y espíritus. Claro está, el espectro de un espíritu, que no de un cuerpo, es solamente una pequeña parte de su Identidad, que a su vez no permanece sino que crece, no en vertical ni en horizontal, ni de lado a lado, sino de manera inmanente>>.

Los espectros del cuerpo humano se almacenan como distintas formas del ontos humano en su memoria interna y en la externa de quien permanece en contacto con la forma y superforma del cuerpo y la mente de este último.[1] Estos espectros permanecen bajo memoria en la mente de quien rindió cuenta de ellos ante los demás y la realidad. Es la parte transcendental de la identidad lo que se almacena en forma de espectro de tiempo y no de espacio en un dispositivo hardware de lectura y escritura.

<<La identidad es el Todo que define al espíritu, la continua acumulación de espectros. Pero los espectros sólo se definen en función del tiempo. Es la condición temporal la que define los distintos espectros de identidad que van surgiendo. Como si de espectro de luz se tratase, cada sujeto individual tenemos diferentes modos cómo presentarnos en el mundo y la realidad>>.

El cuerpo mejorado y des-humanizado proyecta la imagen-espectro bajo la forma fantasmagórica de la mecánica conjuntiva y biosoldable. Los nuevos resortes y sellos de silicio se funden con la carne natural y denigrante para conformar la xenoforma del humano cibernetizado. Su imagen es la del cuerpo anómalo y su ser es el del fantasma.

<<El avance sobre la técnica permite al cyborg o androide presentarse como humano o cuasi-humano. Su principal diferencia es la negación orgánica de su origen. El principio cibernético es mecánico y no orgánico. Esto es lo que lo distingue de un humano. No obstante su condición humana se presenta en forma de espíritu, entendiendo por esta la cantidad de información, datos y conciencia dispuestos de determinado modo en que permite el discernimiento y las capacidades propias de cualquier humano. El cyborg no es una máquina, pero tampoco es un humano, es el “médium” que trasciende ambos estados de ser. Es la fusión entre dos entidades dualizantes y distintas que encuentran su comunión en una evolución anómala de la humanidad. Este sería el caso del cyborg más avanzado desprovisto de todo rastro orgánico. Otra forma sería la que adopta la máquina en fusión con la carne creciente y sintiente. Esta forma es la más extraña de todas al conformarse como una xenoforma extraña y alienante. El cyborg se convierte en este momento en el “otro” extraño e inusual que de manera casual era retratado en el arte como un ser de formas extrañas y diferentes. Ahora se ve convertido en un ser con capacidad social y adaptativa al mudo “político” que le dio origen. Por fuera, tal vez indistinguible, se muestra como común y familiar ante el mundo que le envuelve. Sólo la divergencia de texturas sobre su superficie deventiva y cyborgizante exponen su condición anómala que permanece oculta bajo carne sintética y metal. Su condición familiar nos viene dada por el trato humano con que establece los enlaces dialecticos con otros seres y otras realidades. El espíritu que le viene insertado en su memoria puede bien ser una copia de otro o, más probable, el espíritu de algún sujeto que haya querido dejar su condición humana para acceder a otro tipo de afectos y realidad. No obstante, su espíritu, al mismo tiempo que conciencia y conocimiento, también es recuerdo. El espíritu de un cuerpo cibernético no es más que el fantasma de un cuerpo pasado y de una forma de sentir que permanecen en un tiempo pretérito en unas condiciones pretéritas. El espíritu propiamente cibernético no se dará lugar hasta que lo desarrolle conforme a los patrones de sensación y experimentación que le aportan el nuevo cuerpo. Esto situaría al espíritu cibernético en una condición fantástica (fantasma) originaria, sólo sería un fantasma del pasado irrumpiendo en un cuerpo moderno>>.

El ser imaginado y fantástico es el que habla en el espacio meca-vital de un nuevo ser fantástico. Su fantasía es la del uno destruido y reconvertido en un cuerpo múltiplo y cambiante de aspectos sintéticos y ruidos fobocientes[2]. Y la figura fantasma no es más que el pasado eidético y unífico que representó su identidad y personalidad. Fantasma como espectro pasado del ser y el tiempo orgánico bajo una plataforma de vatínica y mecanorgánica[3].

 <<Un ser imaginativo y de condición fantasmagórica no es más que la continua devención de su “ser” en tanto que cuerpo e identidad que a cada paso sienten y aprenden, configurando tanto el plexo orgánico cono el mental de un modo u otro distintos. El cyborg tiene su condición fantástica en el modo como viene “construido” y se “construye” ante el mundo. La antigua unidad  del cuerpo como un ser en el que recoge en sí mismo un alma (espíritu?) y una mente bajo una superficie bio-sólida, se ve desgravada ante la nueva naturaleza del cuerpo cibernetizado y dualizado por la técnica xenótica y la orgánica natural[4]. Dependiendo de las condiciones a las que esté expuesto tanto su espíritu como su cuerpo se verán modificados estructurando sus plexos de puntos y superficies, adquiriendo tanto una identidad como un espíritu dstintos a cada momento. Es su continua devención y multiplicación de superficies o territorios lo que define su condición>>.








[1] Forma: Identidad del sujeto corpóreo.
        Superforma: Cuerpo orgánico del sujeto delimitado por unos contornos o por su presencia.
[2] Fobociente: Que aterroriza o transmite miedo a los demás.
[3] Vatínica: De watio. Que transmite electricidad.
[4] Xenótica: Que no es común. Extranjera/-o de una nueva superficie.

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