jueves, 13 de septiembre de 2012

La filosofía que (se nos) viene




Empezar a escribir sin ningún Principio es poco menos que una tarea imposible. Si se ha conocido ese vertiginoso devenir existencial en el que resulta inútil referenciar el lenguaje a algo otro que el mismo lenguaje, si se ha probado el escepticismo casi absoluto respecto a la vida, al pensamiento o a la propia psique, se compartirá la incertidumbre que acompaña al momento en que se agarra el hilo (¿cuál hilo? ¿no está todo tan enmarañado que es imposible distinguir línea, contraste o discontinuidad?), momento en el que además de haber reconocido al Caos se decide hacerle frente. Podría intentar escribir directamente sobre esto que he decidido llamar Caos y terminar de una vez, sin embargo no puedo lanzarme al agua sin antes realizar una labor autocrítica que me deje orientada respecto a la posición que yo misma estoy ocupando, aunque lo circundante sea un torbellino amorfo y las coordenadas varíen y se escapen mucho antes de poder ser representadas. Lamentaciones fuera, el ejercicio me ha sido legado de una tarea por la que aún puedo apostar (pues aunque no tenga frente alguno, esta apuesta peligrosa y vital es la misma que me otorga las pocas fuerzas que me quedan); la filosofía, como una tarea entre tantas que pretenden sernos útiles al menos para lidiar con las velocidades infinitas que nos circundan. Sin embargo, veo necesario advertir lo siguiente: la filosofía por sí misma no garantiza nada, si acaso un instrumental que se materializa como  universos abstractos, ideales, afectivos y de lenguaje cuyos elementos resultan triviales si no se les sabe componer, tal como sucede con la materia prima con la que un artista está destinado a encontrarse.

No hay idea o imagen, palabra, vocablo, término o simbología que pueda vencer al tiempo. Los universos abstractos de las significaciones y de los hábitos son como dioses aztecas que necesitan alimentarse del mundo de la vida para sobrevivir. Por eso yo no puedo decidir hacer de los conceptos y categorías de la filosofía un dogma, y mucho menos pretender fundar o afirmar que una escuela o senda determinada nos otorgará un conocimiento “verdadero” y “objetivo”, o al menos “imperecedero” (a veces no nos percatamos que estos conceptos han sido también forjados a través de los tiempos). Sin embargo sí creo que hay técnicas de composición, modos de hacerse un plan (o plano) de consistencia, que nos permiten surfear el caos sin intentar destruirlo con un Sagrado Orden, que nos permiten apreciar la belleza bélica y trágica de eso que llamamos existencia.

Este “quehacer formativo” (o constructivista de la filosofía) al menos no nos quita la cromaticidad múltiple de los matices de la heterogeneidad que usualmente son difuminados por conocimientos más “superiores”. El punto de toque lo conforman los devenires y ese ímpetu que tenemos por no perder u olvidarnos de aquellas intensidades que lo pueblan poco conocidas o incluso descabelladas, por sondear los mares imposibles del pensamiento y la experiencia. Podría decirse que abuso del “esteticismo” al optar por una filosofía más atenta a las condiciones pre-conceptuales de posibilidad de la experiencia y la abstracción que a la emancipación de las categorías ideales que se han generado para doblegar lo “contingente” que se desparrama por doquier para así constituir universos de referencias sólidos e impermeables. ¿Hacia donde conducirán las derivas a las que este proceso nos arroja? ¿Qué fines más nobles que lo “verdadero”, lo “universal” o lo “objetivo” habrán que guiar nuestros pasos? La labor consiste en empezar de nuevo a partir de las ruinas teniendo presente el pasado y el futuro como un virtual siempre abierto; asomarnos al abismo de lo desconocido, cortar el hilo y saltar con una sonrisa en los labios.

Se nos podría acusar de melancólicos, de empañar con una bilis negra las imágenes de la tradición puras y supremas en las que las proyecciones de la Idea dominaban al espacio y al tiempo. Melancólicos, como muchos, por unos Principios perdidos, por Leyes que se carcomen y que, cada vez más agujereadas, dejan que los acontecimientos erráticos las desborden. Quizá sea cierto, la nueva filosofía habrá de ser “melancólica” en algunos sentidos (¡qué crimen más grande en una sociedad donde “ser feliz” es un imperativo), pero sólo para afirmarnos en una acción más trágica cuanto sublime, decisión de tomar las riendas de aquella criatura infame y majestuosa que llamamos pensamiento. 

Dark Flow


On Dark Flow [enlace]

The dark flow is controversial because the distribution of matter in the observed universe cannot account for it. Its existence suggests that some structure beyond the visible universe -- outside our "horizon" -- is pulling on matter in our vicinity.

Y sobre planetas excéntricos: http://www.nasa.gov/topics/universe/features/universe20120911.html

jueves, 6 de septiembre de 2012

El fantasma cibernético y la post-identidad


El fanstasma cibernético y la post-identidad



Texto comentado en cursiva

Todos los cuerpos tienen fantasmas, espectros cualitativos y temporales que formaron la identidad de un cuerpo humano durante un pequeño período de tiempo, hasta que el cambio inoportuno o deliberado borraron la cualidad estática del ser idéntico e inalterable.

<<En lo referente a la palabra “fantasma” que uso en este apartado, sería conveniente resaltar que por fantasma me estoy refiriendo al modelo de espectro cuasi-corpóreo que la literatura y la superstición que los siglos anteriores nos ha legado. Ciertamente aunque un fantasma es un espectro, ambas palabras tienen etimologías distintas en su origen. La palabra fantasma remite al vocablo “fántasma” en griego, y “spectrum” en latín. Su significado es propiamente la referencia, es decir, una aparición o visión. En su origen el significado remitía a las imágenes o ensoñaciones que el intelecto o espíritu se representaba en su interior. Más tardíamente se usó para referirse a la parte no-física del cuerpo que queda cuando el alma no accede ni a un “cielo”, ni a un “infierno”. Es el cuerpo convertido es su antitético, en puro espíritu enérgico. Es la conciencia y la memoria de un sujeto corpóreo que ha dejado la carne para convertirse en “espectro” de luz y energía. O al menos es así como lo explica la tradición. Si tomamos como base no menos fiable el hecho de que la mente y el cuerpo en su eterna devención por el mundo crean, sienten, perciben u oyen sensaciones, momentos, aullidos y demás afectos, podríamos afirmar que cada una de estas pequeñas ensoñaciones en el devenir vital del cuerpo humano pueden ser considerados durante un corto o largo estado de tiempo como conformadores del espectro cualitativo de cada uno. Es decir, el espectro humano es lo que lo “califica” como idéntico y original a sí mismo y distinto de cualquier otro. Es lo que nos define y diferencia del resto de seres y espíritus. Claro está, el espectro de un espíritu, que no de un cuerpo, es solamente una pequeña parte de su Identidad, que a su vez no permanece sino que crece, no en vertical ni en horizontal, ni de lado a lado, sino de manera inmanente>>.

Los espectros del cuerpo humano se almacenan como distintas formas del ontos humano en su memoria interna y en la externa de quien permanece en contacto con la forma y superforma del cuerpo y la mente de este último.[1] Estos espectros permanecen bajo memoria en la mente de quien rindió cuenta de ellos ante los demás y la realidad. Es la parte transcendental de la identidad lo que se almacena en forma de espectro de tiempo y no de espacio en un dispositivo hardware de lectura y escritura.

<<La identidad es el Todo que define al espíritu, la continua acumulación de espectros. Pero los espectros sólo se definen en función del tiempo. Es la condición temporal la que define los distintos espectros de identidad que van surgiendo. Como si de espectro de luz se tratase, cada sujeto individual tenemos diferentes modos cómo presentarnos en el mundo y la realidad>>.

El cuerpo mejorado y des-humanizado proyecta la imagen-espectro bajo la forma fantasmagórica de la mecánica conjuntiva y biosoldable. Los nuevos resortes y sellos de silicio se funden con la carne natural y denigrante para conformar la xenoforma del humano cibernetizado. Su imagen es la del cuerpo anómalo y su ser es el del fantasma.

<<El avance sobre la técnica permite al cyborg o androide presentarse como humano o cuasi-humano. Su principal diferencia es la negación orgánica de su origen. El principio cibernético es mecánico y no orgánico. Esto es lo que lo distingue de un humano. No obstante su condición humana se presenta en forma de espíritu, entendiendo por esta la cantidad de información, datos y conciencia dispuestos de determinado modo en que permite el discernimiento y las capacidades propias de cualquier humano. El cyborg no es una máquina, pero tampoco es un humano, es el “médium” que trasciende ambos estados de ser. Es la fusión entre dos entidades dualizantes y distintas que encuentran su comunión en una evolución anómala de la humanidad. Este sería el caso del cyborg más avanzado desprovisto de todo rastro orgánico. Otra forma sería la que adopta la máquina en fusión con la carne creciente y sintiente. Esta forma es la más extraña de todas al conformarse como una xenoforma extraña y alienante. El cyborg se convierte en este momento en el “otro” extraño e inusual que de manera casual era retratado en el arte como un ser de formas extrañas y diferentes. Ahora se ve convertido en un ser con capacidad social y adaptativa al mudo “político” que le dio origen. Por fuera, tal vez indistinguible, se muestra como común y familiar ante el mundo que le envuelve. Sólo la divergencia de texturas sobre su superficie deventiva y cyborgizante exponen su condición anómala que permanece oculta bajo carne sintética y metal. Su condición familiar nos viene dada por el trato humano con que establece los enlaces dialecticos con otros seres y otras realidades. El espíritu que le viene insertado en su memoria puede bien ser una copia de otro o, más probable, el espíritu de algún sujeto que haya querido dejar su condición humana para acceder a otro tipo de afectos y realidad. No obstante, su espíritu, al mismo tiempo que conciencia y conocimiento, también es recuerdo. El espíritu de un cuerpo cibernético no es más que el fantasma de un cuerpo pasado y de una forma de sentir que permanecen en un tiempo pretérito en unas condiciones pretéritas. El espíritu propiamente cibernético no se dará lugar hasta que lo desarrolle conforme a los patrones de sensación y experimentación que le aportan el nuevo cuerpo. Esto situaría al espíritu cibernético en una condición fantástica (fantasma) originaria, sólo sería un fantasma del pasado irrumpiendo en un cuerpo moderno>>.

El ser imaginado y fantástico es el que habla en el espacio meca-vital de un nuevo ser fantástico. Su fantasía es la del uno destruido y reconvertido en un cuerpo múltiplo y cambiante de aspectos sintéticos y ruidos fobocientes[2]. Y la figura fantasma no es más que el pasado eidético y unífico que representó su identidad y personalidad. Fantasma como espectro pasado del ser y el tiempo orgánico bajo una plataforma de vatínica y mecanorgánica[3].

 <<Un ser imaginativo y de condición fantasmagórica no es más que la continua devención de su “ser” en tanto que cuerpo e identidad que a cada paso sienten y aprenden, configurando tanto el plexo orgánico cono el mental de un modo u otro distintos. El cyborg tiene su condición fantástica en el modo como viene “construido” y se “construye” ante el mundo. La antigua unidad  del cuerpo como un ser en el que recoge en sí mismo un alma (espíritu?) y una mente bajo una superficie bio-sólida, se ve desgravada ante la nueva naturaleza del cuerpo cibernetizado y dualizado por la técnica xenótica y la orgánica natural[4]. Dependiendo de las condiciones a las que esté expuesto tanto su espíritu como su cuerpo se verán modificados estructurando sus plexos de puntos y superficies, adquiriendo tanto una identidad como un espíritu dstintos a cada momento. Es su continua devención y multiplicación de superficies o territorios lo que define su condición>>.








[1] Forma: Identidad del sujeto corpóreo.
        Superforma: Cuerpo orgánico del sujeto delimitado por unos contornos o por su presencia.
[2] Fobociente: Que aterroriza o transmite miedo a los demás.
[3] Vatínica: De watio. Que transmite electricidad.
[4] Xenótica: Que no es común. Extranjera/-o de una nueva superficie.

domingo, 19 de agosto de 2012


Pluriformas  y meta-campos cyber


Texto comentado en cursiva.

Las pluriformas tanto del cuerpo como del espíritu cyborg permanecen en constante cambio; en primer lugar, a razón de un cuerpo que precisa de actualizaciones de visión y revisión ocular e informática de los campos de información encargados de su evaluación.  

Hardware -> cuerpo / Actualizaciones -> software
Revisión y visión ocular e informática = Juego de palabras. Significa la actualización y revisión constante de los tecno-campos (circuitos, superficies electrizantes…) de información cibernética.

Los tecno-campos dejaron de ser superficies hardware con el advenimiento de la post-modernidad. Los meta-campos son la evolución exponencial del hardware monotópico (un solo lugar) en la objetivización de las redes de conocimiento on-line sin superficie sólida permanente. (Internet es un meta-campo, el ordenador en sí es un tecno-campo, pero uno y otro son indisolubles, y la unión entre ambos constituyen la Matriz Total).

Sus meta campos residen en la aspereza modernista de la ciudad y en las brechas de la Matriz Binaria.

Imaginemos una metáfora pictórica. Suburbios futuristas de una ciudad colapsada por el espectro postmodernista. Los territorios del sujeto nómada en una ciudad postmoderna, teniendo como enlace inicial el cuerpo dispuesto con una conexión hardware con la Matriz On-line deviene en su característica nomadista por la implicación de sus conexiones adyacentes y de apertura en cualquier campo de experimentación tecgnóstico en la ciudad. Sus meta-campos son justamente los espacios de inserción hardware no definidos por la corriente fija y unificante de los espectros “ciudadanos” opuestos al conocimiento expansivo on-line. Estos últimos no tienen una conexión de meta-campo real pues realizan sus conexiones en lugares fijos y perpetuos. La ciudad deviene en sí misma un meta-campo frente a la dualidad de aquellos topos que fijan su atención en reducciones físicas de conexión (off-line).

La dualidad embarazante y embarazosa de las texturas que a modo de sharpenings van definiendo el campo de acción y movimiento espacial transmiten un tipo de conocimiento enlazable con la situación y el aspecto que se aparece ante el ojo y el sensor atento.

El conocimiento expansivo de los “sujetos dispuestos” (dispositivos) aportan sobre las texturas sharpeizantes un conocimiento como espectro devenido del post-humanismo y de la tecnofilia radicalmente avanzada. Los espectros derivados como prismas transparentes y reflejantes de una realidad foto-pulsante aporta(n) no más de la mitad del total del conocimiento que por devención dualizante vida-muerte-blanco-negro rinde cuenta de la pseudo-mitad dual expansiva y procognoscitiva de este mismo conocimiento que en un principio fue unicognoscitivo sobre hardware orgánico y posteriormente metálico (inorgánico) de los primeros dispositivos de conocimiento electrónico del siglo XX.

El meta-campo no es percibido por el sensible sensor biosólido (hardware orgánico), sino por la sensibilidad del sensor mecánico. El sujeto de la ciudad postmodernista se mueve entre sus propios campos de sensación y virtualización de afectos y mecafectos (afectos derivados de la conexión(-es)) mecánicas sobre un soporte con la Matriz y el cuerpo. No obstante los mecafectos derivados de una conexión mecánica no son en modo alguno de “calidad” inferior de unos mecafectos derivados de una conexión a la Matriz. La clasificación en sí misma entre afectos y mecafectos – como dos espectros distintos de conocimiento “efectivo” – no es condición de una mejor expansión del Conocimiento.

Los más allá campos de la presencia mecánica son la libertad del corpóreo matrizinio tecnicista (=Tecno-campos). La permutación transfinita de campos sobre cibercuerpos y ciberformas define el meta-campo de conocimiento y sensibilización en las plataformas de fantástica mecasomatología, es decir, un cuerpo Mecánico no siempre es ordenado, es por eso que es fantástico.

“La fantasía consiste en trascender la realidad sin necesidad de concepto o conceptualización alguna”.

“La caracterización del conocimiento expansivo es justamente su carácter fantástico, que trasciende los cánones de tiempo, espacio y concepto. La realidad está definida por tres espectros: tiempo, espacio y concepto. El carácter fantástico de la realidad reside en la transgresión de estos tres espectros; es así como se crea la fantasía literaria y Humana.”

“El conocimiento deviene fantasía sin hardware y sin canon, es por eso que los meta-campos son fantásticos, pues fantasean la realidad, ¿Y qué mayor fundamento de la realidad que el conocimiento que la sostiene y define?!”.

sábado, 18 de agosto de 2012

Hybrid Schemata (Phylum Borgir)

Únicamente quería resaltar la importancia de los esquemas (lat. schemata) en el ámbito gnóstico, antes que epistemológico o científico, con graves diferencias respecto a la Mathesis de la que ya Hebe y yo habláramos y comentáramos*. Por supuesto, no voy aquí a exponer ampliamente mis consideraciones en torno a la noción de Schema, pero me parecería sugerente hablar de éstos como Dispositivos rizomórficos, mucho antes que meros aglomerados raciomórficos.

Sea como sea, la palabra esquema procede del griego skhema (forma, figura) cuya raíz indoeuropea segh viene a significar 'sostener'. Nova Klam (Noko para los colegas) escribe en 'Plexo' que su concepto (plexo) significa primeramente "esquema que divide y unifica" (p.5). El plexo muestra "los puntos de un esquema por separado", unifica en cuanto muestra "los mismos puntos" que formarían "un conjunto o varios conjuntos". En realidad, creo que el plexo de por sí está conformado por dos esquemas que funcionarian como polos o 'límites' y, siguiendo a Noko, podríamos decir que éstos no cierran el Schema (que sería la conformación o segmento-plexo) sino que lo disponen siempre hacia otros esquemas. Lo que parece que Klam hace es justamente optar por una doble operación que no aísle al esquema del mundo (welt) que define y que a la vez sea capaz de sostenerse o de poseer consistencia no en virtud de su unidad, sino justamente en las relaciones existentes entre esos puntos. Considero que tampoco está haciendo de los esquemas una noción meramente intelectualista del conocimiento, y prueba de ello es que su libro no cesa de remitir a plexos mentales, sentimentales, sociales, etc. Teniendo en cuenta que Deleuze y Guattari ya hablaran de cartografías, como mapas que orienten al pensamiento, en cierta manera Klam lo que hace - si no me equivoco - es justamente un poblamiento de esas cartografías o, mejor, acelerar esas cartografías para obtener una variación que de alguna forma se mantenga y otorgue consistencia a la cartografía como tal. Porque antes de que conocer un espacio, hay que saber ese espacio (creo que esta distinción es clave para dejar de otorgar una autoproclamada supremacía estúpida de la filosofitis cientificista, que no científica y cuyos máximos exponentes son, a mi parecer, Bachelard, Feyerabend y, en última instancia Bataille y Nietzsche).

 Estamos llenos de esquemas que producimos y nos producen: "Los plexos que conforman el mundo tienen la significación que antes hemos mencionado; En un cuerpo cualquiera se realiza una esquematización mostrando los puntos claves del modelo de sensación y percepción"(págs.6 y 7)
Recapitulo: El Esquema como cartografía del Saber y los esquemas como aprendizajes consistentes (o consistenciados - al decir de Guattari en Cartografías Esquizoanalíticas) que de ninguna manera están cerrados sobre sí mismos, puesto que "las líneas que serpentean al conjunto se quedan pendidas a la espera de realizar uniones entre conjuntos y segmentos de conjuntos con sus líneas de enlaces particulares" (p.30). Sí, pero tan 'particular' (o si se quiere, molecular) es el enlace de los esquemas como el o los enlaces entre esquemas (Esquema). Y además, los enlaces no son unidireccionales sino que también existen "escapadas y huidas de segmentos adyacentes: olas fugaces y carbonizantes que escapan del centro solar para perderse en el espacio" (p.30). Nos surgiría la pregunta sobre si Noko está intentando hacer un tipo de filosofía del conocimiento total. Me parece que sería una imbecilidad suponer semejante cosa, a no ser que por total consideremos no la suma de las partes, sino lo total como una incesante multiplicación y división, alzas y caídas de intensidades o fuerzas. De hecho, debo repetir que ha de tratarse el libro de Noko más que como un tractatus como un himno al hiatus, porque de ahí y de sus límites de donde vamos comprendiendo y conformando (al mismo tiempo que somos conformados) diferentes modos de esquemas expresivos y expresividades esquemáticas. Por ende, no se trata de una iniciación en el conocimiento, sino de una involución como diría Deleuze 'creativa' de una baja gnosis (al decir de Bataille) donde el pensamiento-cuerpo se desprende de la representación y de los órganos de la misma hasta que se dibuja como relámpagos en mitad de la noche, con sus trayectorias y líneas angulosas acompañadas de una luz que ya no posee centro alguno y cuyo comienzo sólo es tal para dejar de comenzar y rebasar el Origen. Así sea el Esquema, que no tiene nada que ver con la expresión del Órgano, sino más bien y como he dicho más arriba, de una Disposición rizomórfica (el rayo es el rizoma) que ya no es definido ni por sus órganos ni por sus cuerpos, sino más bien por sus zonas de vecindad continuas y discontinuas, por sus membranas frecuentemente perforadas desde 'dentro' y desde 'fuera'.

Dejo un párrafo aquí que me ha parecido soberbio (cf. Plexo, p.31):

Las líneas de apertura, las de escape se lanzan y transmiten direcciones informativas, pedazos de consciencia. Tal vez su velocidad sea demasiado fuerte o demasiado débil, pero de su intensidad se desprende la actualización del conjunto. Si las líneas son demasiado veloces pueden rebotar perdiendo su intensidad, o si van demasiado despacio puede que pasen de largo [Nótese la inversión de las imágenes]. Pero aun cuando se llegue a realizar la conexión o no, el conjunto no reniega de la creación de nuevas líneas dispersándolas a través del espacio mediante un proceso de continuo movimiento, tal vez crecimiento, actualizando al sistema completo y re-direccionando sobre fluctuaciones y estados de conexión. Su estaticidad particular es temporal, ya que los enlaces se realizan mediante velocidades distintas. Velocidades de unión y des-unión, velocidades de espera y serpenteo. En el espectro de la aceleración [...] (se) conforman permutaciones de enlaces multidireccionales con direcciones y escapes en ocasiones más o menos unificados" (vale decir consistenciados. Nota mía).

En fin, por esta noche va bien. Me voy a leer un rato De profundis y ya me contaréis.

Atte.,

Brx.


* Para más info, léase el artículo de Deleuze sobre el libro en torno a la Mathesis de Malfatti de Montereggio. Y en efecto, no he terminado de confrontarlo con la mathesis, es lo que pasa con los esbozos y la escritura directa en blogger